Published On: martes, 10 marzo 2020

NATURALEZA ES NOMBRE DE MUJER

Categories: Editoriales
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Por Abi Andrews 

Erin, joven británica de 19 años, se pregunta por qué la naturaleza ha sido siempre un espacio esencialmente masculino, igual que su narrativa, dominada por autores como Henry David Thoreau, Jack London o Jon Krakauer. Para descubrirlo, emprende un viaje que la llevará, a través del círculo polar ártico, hasta una cabaña en las montañas de Alaska.
En su desafío al prototipo del rudo explorador masculino, la protagonista repara en los textos de Rachel Carson, Ted Kaczynski o Thoreau y aborda temas tan diversos como la evolución, la guerra nuclear o la llegada del hombre a la Luna.

Naturaleza es nombre de mujer es una novela ecofeminista donde Abi Andrews ensaya un nuevo tipo de literatura sobre naturaleza (mezclando ficción y escritura científica) que sitúa la cuestión de género en el centro del debate: «Pensé en escribir lo que podría haber sido la historia de Chris McCandless (Hacia rutas salvajes) con una mujer como protagonista».

Fragmento del libro

«[…] Que una mujer dé muestras de tener una naturaleza salvaje no es sinónimo de autonomía y libertad, sino que, por el contrario, se considera una fiebre irracional. Al mismo tiempo, en términos supervivencialistas somos el sexo débil y no podemos prosperar solas más allá de la esfera social o sin la protección de un hombre viril. A las mujeres se las excluye de la naturaleza y, a la vez, se las destierra de ella.

Sin duda hay excepciones que escapan a este hechizo de invisibilidad. Ahí está, por ejemplo, la vaquera Juana Calamidad. O Nellie Bly, que dio la vuelta al mundo en setenta y dos días. O Freya Stark, que escribió libros de viaje sobre Oriente Medio. O la exploradora Mary Kingsley, y esa señora mayor que se tiró por las cataratas del Niágara metida en un barril de madera. El problema, sin embargo, es precisamente ese: que son la excepción. Es como si la naturaleza escondiera una lección fundamental que solo está al alcance de los hombres.

En la naturaleza, los hombres esculpen su individualidad y su virilidad, como si las mujeres no pudieran gozar de individualidad y autenticidad. La historia tiene exactamente el mismo argumento, pero «una mujer sola en plena naturaleza» tiene un significado diatralmente opuesto. Por eso se me ocurrió hacer un viaje a Alaska. […]»

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