CARRERAS POR MONTAÑA: UN DEPORTE CON HISTORIA
Por Ternua
Carreras por Montaña ha ganado una popularidad increíble en los últimos años. Hoy en día miles de personas lo practican y el calendario de eventos deportivos de esta disciplina está absolutamente saturado de pruebas. El crecimiento de este deporte ha sido tan vertiginoso que parece que correr por la montaña fuera una ocurrencia moderna, un invento de nuestro tiempo, más reciente incluso que las redes sociales. Pero nada más lejos de la realidad. Los orígenes del concepto Carreras por Montaña están tan alejados en el tiempo que no exageraríamos si dijéramos que, por fuerza, debe de haber sido uno de los primeros objetos de competición deportiva humana.
¿Cuándo nació carreras por montaña?
Es imposible saberlo. Sabemos que correr ha sido una parte importante de nuestra evolución. Desde la caza de persistencia, que consiste en perseguir a una presa hasta que sufre un shock térmico y cae; hasta la transmisión de información, con ejemplos como los hemeródromos griegos, los chasquis incas o los painanis aztecas recorriendo sus territorios a la carrera para llevar mensajes, correr siempre ha formado parte de nuestra identidad como seres humanos. Cabe pensar que estas actividades derivaron en competiciones informales muchas veces a lo largo de la historia, pero si nos atenemos a los registros, tenemos que irnos a la Escocia del año 1040 para encontrar la primera referencia sobre una carrera de montaña organizada como competición. Los fell faces, que hoy en día siguen formando parte los Highland games, eran carreras desde el valle hasta la cima de alguna montaña de en torno a 1.000 metros de altura. Son, por lo tanto, el precedente más antiguo registrado de las actuales pruebas de Carreras por Montaña.
Correr hasta reventar, el enfoque límite del siglo XX
A finales del siglo XIX comenzaron a ser habituales en Europa las pruebas de resistencia. En el País Vasco y en Navarra fueron muy populares los Korrikalaris (‘corredores’, en euskera), que no consistían en competiciones regulares, sino en desafíos concretos entre corredores. Las normas de la carrera no eran fijas, ni tampoco los recorridos; ambas cosas se acordaban previamente. Sin embargo, si atendemos a los eventos de korrikalaris podemos ver cómo, poco a poco, estos fueron evolucionando hasta convertirse en pruebas de ultra resistencia, con recorridos de hasta 124 kilómetros (Tolosa-Pamplona-Tolosa).
Y es que en torno a ese cambio de siglo las cruzadas higienistas que promovían el sport como práctica sana empezaron a mezclarse con una especie de sadismo que buscaba poner a prueba los límites de la resistencia humana. Correr, nadar y pedalear hasta reventar se convirtieron en una moda. El Canal de la Mancha se cruzó a nado por primera vez en 1875; son 33 kilometros. En 1896 tuvo lugar la primera maratón moderna; la distancia de la prueba (en aquella ocasión 40 kms) fue considerada casi un suicidio. El Tour de Francia se estrenó en 1903 con un recorrido de 2.428 kilómetros a cubrir en 6 etapas; una auténtica animalada con el material de la época. El mismo periódico que creó el Tour se sacó de la manga, en 1920, Les trois sports, un precedente del triatlón que combinaba la carrera, el ciclismo y la natación en el orden inverso al actual. Y así, poco a poco, fuimos descubriendo que los límites del ser humano estaban mucho más lejos de lo que pensábamos.
El boom de carreras por montaña
De vuelta al Carreras por Montaña, hay un hecho que explica por qué la popularidad de las carreras de montaña ha crecido en tan pocos años, aunque este tipo de competiciones, como decimos, llevan existiendo toda la vida. Este hecho es el nacimiento de la prueba reina de este deporte: el Ultra Trail del Mont Blanc. La UTMB nació en 2003 y no tardó en llamar la atención de mucha gente. Parecía increíble que alguien pudiera plantearse en serio recorrer 153 kilómetros (hoy en día son bastantes más) y salvar 10.000 metros de desnivel en el intento. Y, sin embargo, resultó que no eran pocos los que la terminaban, lo cual encendió la imaginación de muchos otros corredores convencionales. Después, la crisis de 2008 disparó la popularidad del running en general, seguramente porque correr es, con diferencia, el deporte más “sencillo” y más barato que cabe practicar. Y así llegamos hasta nuestros días, en los que hay centenares de pruebas y miles de aficionados, y no es raro trabajar con alguien que dedica sus fines de semana a una actividad que, hace no mucho, no hubiera parecido humanamente posible.
Fast & light
Pero hay otros factores sin los que no se podría entender las Carreras por Montaña actuales; variables que explican que hoy en día se puedan completar pruebas que nuestros abuelos hubieran considerado un suicidio colectivo: las mejoras en el entrenamiento y la nutrición… y la evolución del material.
La ligereza se convirtió hace décadas en una de las claves de la industria del outdoor, y no sólo en relación con el running. Independientemente de la función que deba cubrir una prenda o cualquier otro elemento del equipo (ser impermeables, abrigar, ser transpirables, ser elásticos, ser resistentes…) si son ligeros, mejor. Si vamos ligeros podemos ir más rápido, más lejos y más alto. El viejo dicho de “en montaña velocidad es seguridad” ha mutado; la velocidad se ha disociado de la seguridad y se ha convertido en una motivación en sí misma. Y esa es una filosofía que no solo ha impregnado Carreras por Montaña, casi todos los deportes de montaña la han incorporado de manera natural. El material moderno ha permitido cambiar la mentalidad y, esto, a su vez, nos ha incitado a acortar los tiempos o, si se quiere, alargar las distancias y sumar desniveles. Tanto en el trekking, como en la escalada, el alpinismo y, por supuesto, el running, es habitual acometer en el día actividades que hace unos años se consideraban de más de una jornada. Y eso es algo que están haciendo desde los profesionales hasta los aficionados.
En Ternua otorgan mucha importancia a este concepto Fast & Light. Encontrar el equilibrio entre la ligereza y las demás funciones que debe cubrir cada prenda es un aspecto delicado al que prestan mucha atención. Especialmente porque su compromiso con la sostenibilidad los impulsa a diseñar prendas muy duraderas, lo cual, a veces, puede entrar en conflicto con el minimalismo llevado hasta las últimas consecuencias. Estas prendas, después, las ponen a prueba profesionales como Jokin Lizeaga, friend de la marca, que con su feedback los ayuda a mejorar y a ofrecer prendas cada vez mejores. Así es como ponen su pequeño granito de arena para hacer que los límites de la resistencia y la capacidad humanas estén cada vez más lejos.
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