GR 10. Tramo 8. Miraflores de la Sierra a La Cabrera

INFORMACIÓN

DISTANCIA

18,63 km

DESNIVEL POSITIVO

477 m

DIFICULTAD TÉCNICA

Moderado

DESNIVEL NEGATIVO

474 m

ALTITUD MÁXIMA

1.280 m

CALIDAD DE RUTA (1-50)

3.8

ALTITUD MÍNIMA

987 m

DISTANCIA

18,63 km

DESCRIPCIÓN ITINERARIO

Comenzamos en Miraflores de la sierra, en su antigua estación de tren sin servicio actualmente, desde donde emprendemos la marcha por un camino de tierra que nos va sacando del pueblo por unos chalets y en breve tomamos el sendero que en fuerte bajada nos lleva al Arroyo del Valle, un bonito paraje que nos acompañara durante un tramo pues tenemos que remontarlo siempre cerca de su cauce hasta que enlazamos con una pista de tierra en las faldas de Cerro del Hornillo, desde donde tenemos buena perspectiva del Puerto de Canencia. Un poco más adelante nos encontramos a los pies del Pico Cabeza Arcón, y en ascenso continuo llegamos a las cercanías de la localidad de Bustarviejo, situada en un alto que su esfuerzo nos ha costado llegar. Seguimos nuestro camino ahora con la ladera del Mondalindo a nuestra derecha, una mole de montaña que a pesar de parecer amable tiene riscos importantes y zonas de escalada. Casi sin darnos cuenta nos encontramos ya en Valdemanco, donde si alzamos la vista al Norte vemos el paso natural del Medio Celemín, que hace honor al peaje que se pagaba para cruzarlo hace cientos de años. Una vez en el pueblo vamos hacia el cementerio para afrontar la parte del camino que surca la Sierra de La Cabrera, con sus rocas de granito que dan tanto juego a los escaladores y dan cobijo a los buitres que anidan en sus cumbres. Seguimos adelante y ya metidos en el descenso final, nos encontramos el Convento de San Antonio, lugar desde donde ya tomamos camino asfaltado para llegar al municipio de La Cabrera, localizado a los pies del Pico de La Miel que es la cumbre más emblemática de esta pequeña sierra, que a pesar de sus modestas altitudes, se antoja escarpada y de aspecto inaccesible desde donde la estamos viendo, pero que merece la pena pensar en volver en otro momento y recorrerla por sus senderos escondidos entre las rocas.