UN ESPAÑOL EL PRIMER HOMBRE EN COMPLETAR LA ALTA RUTA DEL HIMALAYA EN INVIERNO Y EN SOLITARIO
Javier Campos ha superado las condiciones adversas y sus problemas, con una costilla rota, una infección en un pie y un hombro dislocado
{gallery}/Imagenes/Actividades/Alpinismo/2012/120322_himalaya.jpg{/gallery}Javier Campos Duaso, con licencia de la Federación Andaluza de Montañismo, ha pasado a la historia de este deporte a nivel mundial. El almeriense se ha convertido en el primer hombre que completa Alta Ruta del Himalaya en
invierno, con todas las condiciones climatológicas en contra, en un entorno de gran dureza. Campos ha conseguido su objetivo, además, en las peores condiciones posibles. Sufrió una herida en un pie, que se infectó y le obligó a abrirla para drenarla. Poco más tarde, la lucha con la nieve y algún accidente sufrido, provocaron un problema en una de sus costillas, que terminó rompiéndose, por lo que tuvo que inmovilizar la zona. No obstante, toser se convirtió en un gran problema para él.
El montañero almeriense, además, se resfrió y, en las condiciones hostiles en las que se hallaba, no consiguió curar este potente constipado, que le ha acompañado hasta el final de su viaje. Las adversidades continuaron con la embestida de un yak, aunque sin gran incidencia para su físico. El penúltimo día, sin embargo, sufría varias caídas y una de ellas le dejaba una secuela, el hombro dislocado, que también le provocaría dolores hasta el final, tal y como comenta en su blog, en el que afirma que “el trayecto entre Ghunsa y Taplejung se recorre en 3 o 4 días, pero yo lo hago en 2. Si no fuera por el dolor del hombro, creo que no habría parado ni una vez”.
En ‘Tierras de Aventura’, cuenta el final de su aventura. Comenta que “cuando al fin aparece Taplejung, la civilización, tras la última curva, pienso en besar el suelo, pero me parece más simbólico plegar los bastones telescópicos. Ahora sí, me vuelvo hacia atrás, pero no veo el Kangchen o el Tamor. Veo el Seti Khola en el lejano Oeste, el lago Phoksundo, al bueno de Ananda (mi amigo del Dolpo), a Mingma imponiéndome una khata blanca y regalándome una Coca-Cola el día de mi cumpleaños… Veo al lama de Bhandar o a Tengba con sus ojos achispados por el chang… Este viaje y esta gente, no han dejado de darme lecciones que espero no olvidar”.
El cierre continúa con un epílogo en el que manifiesta que “cuando entro en Taplejung, alguna lágrima intenta escapárseme, pero la pongo bajo arresto. Los nepalíes me llamaban «Burò Manché», el hombre viejo, por mi barba blanca. Quizá tenían razón… Me estoy volviendo un sentimental… Doy los últimos pasos. Es hora de descansar”. Y califica su aventura diciendo que “si tengo que ser sincero y dividir esta travesía por porcentajes, diría que ha sido un 20% de disfrute y un 80% de sufrimiento. Sin embargo, tras los 83 días (85 si incluimos el descenso a Taplejung), la sensación de que ha merecido la pena es del 100%”.
El montañero andaluz ha culminado su aventura como un héroe novelesco, superando la adversidad en solitario, aunque agradece todo el apoyo de los que han comunicado con él y el cariño de la gente del Himalaya, que le ha tratado “como uno más de la familia”, y han compartido con él sus desayunos de leche con galletas y sus cenas y almuerzos, con el tradicional arroz con lentejas. Inicialmente, tuvo que dar un gran rodeo, por motivo de la nieve, y después, con todos los problemas físicos, pensó en abandonar, pero, al final, ha conquistado un gran logro, que puede llevarle al libro Guinnes, puesto que es el primer hombre que ha cubierto este camino en invierno y sin compañía.